martes, 28 de febrero de 2012

Coqueta

No seré coqueta con nadie mientras lea un libro y me enmudezcan las ganas de conocer a un extraño escritor. Me sentaré junto a un café enajenada del mundo absorta en mi lectura. Dejaré caer el hombro de mi camisa exactamente donde está el camino de alguna mirada distante e inocente. Pondré mis dedos en el cabello que cae sobre mi hombro y lo moveré para evitar la cosquilla y la mala costumbre que tiene de querer morir en mi boca a cual mínimo suspiro. Buscaré en mi cabeza esa lámina de nuevas bifurcaciones de sentido que el extraño escritor dejó escondida entre las letras solo para mi, su lectora desconocida. Miraré el suelo del lugar cuando alguna sombra se pose sobre las sombras de mis piernas cruzadas y subiré la vista. Y no miraré, sólo cruzaré la mirada como quien teme despertar de un sueño. Y seguiré leyendo. Y tomaré un sorbo del café que me parece no se enfría pero ya es un témpano de hielo. Y seguiré bebiendo porque el escritor también tiene al personaje en una barra bebiendo un coñac y yo me estoy equivocando, instintivamente.

No seré coqueta con nadie mientras tenga la capacidad de ignorar el mundo. Y sutil y esporádicamente enamorarme de un desconocido escritor.

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