viernes, 17 de junio de 2011

Destino...

Sí, hoy quiero reflexionar sobre un momento de la vida. Ese mismo que te detiene. Que no te deja andar…

De caída…

Cuando vemos toda las situaciones servirnos de pantalla oscura. Cuando el tiempo se detiene sólo para vernos caer. Cuando la soledad se vuelve una verdad absoluta envuelta en las moléculas del aire. Cuando el suelo, aunque lo vemos cerca, no lo vemos bien. Ese momento cuando caemos.

Los brazos buscan muchas veces rescatarnos entre las ínfimas paredes que imaginamos. Entre las cuerdas que guindábamos para pretender balancearnos. Entre los amigos que no reconocemos. Entre el olor a azufre que no permite que respiremos más las hojas o la primavera.

Doblamos las rodillas al suelo…

Y cuando parece que ya todo acaba, aparece el gran risco. Y no nos atrevemos a lanzarnos. Es lo que divide a los vivos de los muertos. Estar en la orilla de ese precipicio es eso que todos pretenden llamar depresión, angustia, agonía. Cuando estamos ahí, sólo alzar la vista y redescubrir el horizonte es lo único que nos salva. Pero por el contrario, sólo vemos las olas chocar contra las rocas y a su vez hacerse espuma blanca. Nos hipnotiza. Y nos perdemos el amanecer de manera fantasiosa. No despertamos. No sabremos cómo hacerlo, si no sacamos de nuestras entrañas el valor de alzar la vista. De mirar de nuevo al sol…

¿Estás delante de ese momento? Te recuerdo, el camino es sólo el tuyo. Que lo que sea tuyo, nadie te lo quita. Que el destino no tiene sillas de ruedas. Y si las tuviera, te tocará solo a ti ensuciarte las manos en las ruedas y nunca más volver a tener razones para rendirte…

No, no sé cómo convencerte de que alces la vista al sol; pero te recuerdo que el agua al fondo del caño estará aún más dolorosa… y de seguro, no acuñará en sus fauces ni la más mínima expresión de tu existencia. No habrán recuerdos.

viernes, 10 de junio de 2011

Quiero ser...

Quiero ser esa palabra que no has tenido el valor de mencionar. Esa que piensas con tus manos en el pecho y respiras con el sudor de tus deseos. La que te inspira sin más razón que esa de estar viva, pero que no mencionas. La retienes para ti con una idea última que no deseas perder. Pero entonces me besas…y en ese beso siento como se te arruga el pensamiento. Como cobijas en las fisuras de torrentes líquidas un “te amo” y sólo resulta con un detente…

Quiero ser ese instante de silencio con el que miras mi cuerpo desnuda a tu lado. Ese momento de ternura de un capitán de guardia, de custodio. Ese silencio que me grita desesperado que no me quiere ver vestida nunca para él. Que el tiempo cambiará las molduras de ese espacio, pero nunca dejará de ser el huésped de mi alma. En ese silencio me pierdo. Y amo verme perdida en ti… Ese es el mejor camino de encuentro…

Quiero ser la razón de tus enojos. La llama de todas tus furias. La verdad dentro de todas tus verdades y verte caer de rodillas en llanto. No, no estoy esperando verte humillado. Quiero verte enamorado de quien soy con todo mis defectos. Con todos mis principio. Con toda yo sin momento a nadie más. Porque así estoy yo enamorada de tus todos que hacen sólo uno… eres mi gestalt, mi “todo más que la suma de sus partes”.

Quiero ser fluido. Quiero ser sólido. Quiero ser aire. Quiero ser líquido. Quiero ser materia eterna, sólo por ti…

La eternidad es esa que vivo en un segundo a tu lado…

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