viernes, 29 de marzo de 2013

Reflexión de Café

Escribir "Reflexión de Café" me hizo imaginar a mis lectores probando letras escritas con tintas de café. Es que ser "cafetero" es un vicio con cierto grado infinito de grandeza, de locura y de placer. Pero la verdad es que eso es el café: una locura adorable. Un adorno. Una excusa. Una mirada que no se olvida. Una conversación que se dilata poco a poco para toda la vida. Cuantas historias no inician con el deleite de un café. Con el encuentro en un cafetín. Haciendo de esas canciones de bohemias una historia nuestra. Y qué locura, por más que probemos un café, preferimos olvidar su sabor y maravillar la vida cada mañana con uno nuevo.

Tengo recuerdos de mi infancia donde me siento junto a mi padre y bebo de su taza. Y me lo permite con una mirada tierna. Me lo permite porque es un instante. Hoy recordé su sonrisa al pasarme una taza de café. Y cada uno siempre tiene una sonrisa que recordar con una taza de café en sus manos. Quien ama el café ama el sumo placer de los segundos. De la vida detenida. De pensar y de leer. De refrescarse a la sombra de una buena compañía que es sinónimo de una espléndida conversación.

Tomando un café nos calmamos o nos agitamos para seguir. Nos vivimos la vida o la dejamos pasar. Nos amamos más o nos perdonamos los pecados. Entonces el café es simplemente un elixir que nos recuerda lo humanos que somos. Lo humano que debemos seguir siendo. La caridad de una mirada. De unas manos cálidas. De los momentos.

Tenía ganas de compartir estas palabras. Y por qué no, de compartir una foto de hace 30 años con la taza de café de mi padre QEPD y una junto a él y su perfecto bigote. ¿Por qué no? Es simplemente hermoso recordar el amor que se queda en un sorbo de un buen café.



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