domingo, 18 de abril de 2010

Sobre la Libertad

“No se puede captar al mismo tiempo lo real y su signo:
jamás podremos dominar ambas cosas simultáneamente”
J. Baudrillard

Hablar de libertad sigue pareciendo una utopía. Como aquello que se sueña y no se logra. Se hacen caminos, y parece que se borran las huellas y nadie puede llegar a donde otros y otras pudieron llegar.

¡Libertad!
Fue lo que el esclavo gritó cuando Lincoln firmó la Proclama de Emancipación en 1863. Pero se sigue siendo amigo del racismo, la xenofobia y a la maldad, no sólo una nación, sino el mundo.

¡Libertad!
Gritamos las mujeres a través del movimiento feminista. Pero siguen muriendo miles a manos de la ignorancia del maltrato, la misoginia y la maldad, no sólo de una nación, sino del mundo.

¡Libertad!
Lloraron los niños y niñas cuando las Naciones Unidas le brindaron un cúmulo de “derechos humanos”. Pero siguen siendo violados, olvidados, asesinados sin justicia alguna y con mucha maldad, no sólo en mi nación, sino en Mi Mundo.

¡Libertad!
Gritaron los trabajadores cuando ganaron derechos laborales en una alfombra de igualdad capitalista. Hoy todavía lloran mientras zurcen tus camisas, medias y pantalones, niños, niñas, hombre y mujeres en el rincón de alguna fábrica en Singapur o Nueva York o mientras recogen tus alimentos en una finca de Nuevo México. No sólo en mi Nación sino en el mundo.

¡Libertad!
Eso pedimos cada mañana al despertar de nuevo y vernos en obligaciones. Sometidos a un mundo, que aunque no escribimos nosotros y nosotras sus letras, nos tocó aprenderlas, repetirlas y continuar. Y eso pasa en mi nación y eso pasa en el mundo.

Parezco pesimista, lo sé. Pero no me mal interpreten. Es pura indignación. Esta debilidad que siento cuando sé que trabajar por la libertad hoy en día es sólo dar un paso en total soledad.
“Somos libres para pensar”-dicen- mientras te juzgan.
“Somos libres para escribir y publicar lo que queramos”-cuentan- pero el editor sigue devolviendo tu novela.
“Somos libres para amar”-repiten- pero que “Dios te libre de ser homosexual”.
“Somos libres” y pregunto “¿Pero en qué mundo?”

No pretendo hacerles creer que no hay salida a este padecer. Lo hay. Pero no les diré. Mi fin es sólo hacerles concientes de que aún hay trabajo que hacer. Como este escritorio sólo escribe pensamientos de mañana, les tocará a ustedes mis lectores, darme su solución en la noche.

[Aanadi se recuesta de la silla, pone los brazos en su nuca, se balancea en la silla y se cae. Por que sí, así de dura tiene que ser decir la verdad. Se levanta adolorida esperando que el dolor sea signo y no realidad]

1 comentario:

  1. Ojalá hubiera respuesta, pero no la hay. El ser humano es necio, y en su necedad, está su esclavitud.

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