Quiero que se acaben tantas cosas en el mundo.
La desigualdad por ejemplo, pero después todos seríamos iguales y el aburrimiento sería tan absurdo que lucharíamos de nuevo para volver a ser diferentes.
Que acabe la pobreza, pero entonces las riquezas ¿cómo las desaparecemos? Porque siempre habrá quien tenga más de algo y será más rico. Entonces volveríamos a luchar, para que nadie tenga nada.
Quisiera que se acabe el egoísmo, pero es egoísta hasta el simple hecho de pensarlo.
Quisiera que se acabe la mentira. Pero en un mundo de verdades no se sonreiría tan frecuentemente. Y para evitar tener que decir la verdad serían muchos los que optarían por callarse eternamente. Entonces nos hundiríamos en un silencio inaudito. Y en ese silencio nos miraríamos a los ojos y veríamos más verdades. Y entonces, optaríamos por dejar de vernos. Entonces seríamos ciegos. Simplemente un gran mundo de ciegos. Pero al no ver nada, ya no habrían verdades y sólo un mundo imaginado. Una gran falsedad.
Entonces creo que no quiero que se acabe nada, sino que empiece todo de nuevo. Que ese comienzo sea con memoria. Porque apostaría mi vida, que de volver a nacer sin memoria, la misma historia se repetiría como tonada monótona.
Entonces quiero que todo se quede igual. Y que como siempre algunos luchemos por cambiar. Y que como siempre otros se pierdan en su status quo. Y que como siempre, cada mañana, mi hija me siga sonriendo…