Pensando sobre la pertenencia del cuerpo. Por esa sensación de ser y dejar de ser. Ese cuerpo que es fuente y remanso de todo sentimiento, de cada culpa, de cada letanía de verdades y mentiras. Ese espacio es tan mío que lo dejo ir. Tan mío que no puedo detener su muerte. Tan mío…que lo dejo ser tuyo.
Mi cuerpo dejó de ser mío
y empezó a ser tuyo sin permiso alguno.
Se dejó poseer por tus miradas perdidas,
por el encuentro fugaz entre tus noches y mis días,
se dejó llevar por las olas de sonido de tu boca.
Se embarcó en tus labios de curvas perfectas,
respiró tu saliva como alimento.
Y dejó de ser mío sin marcha atrás,
y entró en la decadencia de olvidarse así mismo.
Mi cuerpo dejó de ser mío
por que perdí el control y el espacio,
perdí las ganas de separarlo de ti.
Y me murmuraste mi pertenencia,
y mantuviste tu pertenencia,
para descubrir cómo en mi absoluto,
era absolutamente tuya.
miércoles, 27 de abril de 2011
viernes, 8 de abril de 2011
¿Qué nos hace falta?: “A time To Kill” y la necesidad de dignidad antes de “Battle:L.A.”
Hace unos días en Puerto Rico, mi país, la Nación a la que me aferro con vehemencia, con profundo amor de cambio y necesidad. En este país suceden cosas y cosas, igual, nos consumen. Hace unos días una madre probó el amargo sabor de saber que tener dignidad y honor, parecerían ser un estado de humo, donde todos cruzan sin sentido. Perdió dos hijas a causa de un agente del orden público que, en estado de embriaguez y conduciendo negligentemente, impactó su auto. El hombre salió inocente. (http://www.elnuevodia.com/ahoraveoquelajusticiaenestepaisnovalenada-934858.html)
Me acordé de uno de mis dramas favoritos “A Time To Kill”. Una historia desarrollada en Mississippi, EEUU. Donde un padre negro, decide matar en público, plena corte, a tres hombres blancos que como parte de su cotidiano ocio, violaron, desgraciaron, agredieron, escupieron, humillaron y dejaron casi sin vida su hija de 7 años. Me acordé porque mi hija tiene 7 años ahora. Y fue una decisión simple para él. Le llamó justicia. La Ley no es justicia, es orden. Y vivimos, al parecer, en una democracia donde el orden campea por su respeto entre las influencias. Entre los poderos, los ricos. Pero nunca en el pobre, el necesitado, marginado. Luego me pregunté, ¿Será que no saben? ¿Será que mis hermanos puertorriqueños se quedaron sumidos culturalmente en el BBB? (Baile, Botella y baraja)
No, no me mal interpreten. No estoy esperando que la madre el padre de estas niñas busque una escopeta y le vuele los sesos a este tremendo ser humano. No espero que el jurado entienda que la justicia es hacer lo justo. Hacer pagar a un culpable una muerte. No, no lo espero. Pero, ¿Qué está esperando mi tierra para despertarse? Un Battle: Los Angeles? Deben llegar alienígenas con impactante armamento, matarnos sin razón comprensible, para que nos unamos contra las injusticias. ¿qué debe pasar?
Otra Antonia Martínez para unirnos y salvar la dignidad de Nuestra UPR?
Otro David Sanes, para unirnos y sacar otra marina de otro Vieques?
¿Cuántos más deben morir para que por fin nos movamos a defender la vida?
Yo, me despierto todos los días con mis múltiples caretas: la madre soltera, la madre de una hija con un padre muerto, la estudiante que lucha por terminar un doctorado después de dejar todo para poder terminar. La que debe pagar deudas, la que debe respetar el tráfico, la que respeta las leyes, las normas de cortesía, la generosidad de la gente. La que asiste a reuniones del ballet de su hija, la que escribe poesías para desahogar las tristezas que la rodean, la que dibuja una sonrisa para no regalar el llanto. ¿qué haces tú? ¿qué hacemos todos para reflexionar antes de que llegue la nave que nos toca con la batalla de nuestras vidas?
Sí, una reflexión poco poética, pero también necesaria…
Me acordé de uno de mis dramas favoritos “A Time To Kill”. Una historia desarrollada en Mississippi, EEUU. Donde un padre negro, decide matar en público, plena corte, a tres hombres blancos que como parte de su cotidiano ocio, violaron, desgraciaron, agredieron, escupieron, humillaron y dejaron casi sin vida su hija de 7 años. Me acordé porque mi hija tiene 7 años ahora. Y fue una decisión simple para él. Le llamó justicia. La Ley no es justicia, es orden. Y vivimos, al parecer, en una democracia donde el orden campea por su respeto entre las influencias. Entre los poderos, los ricos. Pero nunca en el pobre, el necesitado, marginado. Luego me pregunté, ¿Será que no saben? ¿Será que mis hermanos puertorriqueños se quedaron sumidos culturalmente en el BBB? (Baile, Botella y baraja)
No, no me mal interpreten. No estoy esperando que la madre el padre de estas niñas busque una escopeta y le vuele los sesos a este tremendo ser humano. No espero que el jurado entienda que la justicia es hacer lo justo. Hacer pagar a un culpable una muerte. No, no lo espero. Pero, ¿Qué está esperando mi tierra para despertarse? Un Battle: Los Angeles? Deben llegar alienígenas con impactante armamento, matarnos sin razón comprensible, para que nos unamos contra las injusticias. ¿qué debe pasar?
Otra Antonia Martínez para unirnos y salvar la dignidad de Nuestra UPR?
Otro David Sanes, para unirnos y sacar otra marina de otro Vieques?
¿Cuántos más deben morir para que por fin nos movamos a defender la vida?
Yo, me despierto todos los días con mis múltiples caretas: la madre soltera, la madre de una hija con un padre muerto, la estudiante que lucha por terminar un doctorado después de dejar todo para poder terminar. La que debe pagar deudas, la que debe respetar el tráfico, la que respeta las leyes, las normas de cortesía, la generosidad de la gente. La que asiste a reuniones del ballet de su hija, la que escribe poesías para desahogar las tristezas que la rodean, la que dibuja una sonrisa para no regalar el llanto. ¿qué haces tú? ¿qué hacemos todos para reflexionar antes de que llegue la nave que nos toca con la batalla de nuestras vidas?
Sí, una reflexión poco poética, pero también necesaria…
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