Una vez me preguntaron qué pensaba del amor de pareja. Cómo lo reconocía entre tantos amores, entre tanto fracaso, tanto olvido. Cómo se siente saber que se es. No tuve respuesta en el momento. Pero hoy decidí dejarla nacer de entre mis cuentos, historia, experiencias. Mías. De otros. Humanas. Posibles. Increíbles...
Cuando dos corazones laten al unísono
caminan al mismo paso.
Hablan con la misma mirada.
Aman con una sonrisa y carcajada.
Se cuentan historias pasadas y las lloran.
Viven historias presenten y las sienten.
Hay en el cuerpo una sensación de lleno,
de no más búsqueda.
Se miran y piensan.
Se miran y se tocan sin caricias.
Se miran y el mundo se desvanece al rededor.
Se miran...sólo eso.
Se llaman con la mente.
No se ofenden, no se gritan,
no permiten que la furia los consuma.
Se piensan intensamente. Sin intención.
Intencionados.
Se seducen con letras, palabras, sonrisas.
Se miman con las florecillas del césped.
Se duermen con sus fantasías.
Despiertan a sus vidas...
Y todas estas descripciones,
las viven en un día,
Un minuto, una hora,
Por que se viven.
jueves, 9 de diciembre de 2010
viernes, 3 de diciembre de 2010
Todo a Prisa
Te despiertas en la mañana con ajoros atrasados,
Sueños abandonados que con su peso arrastran tu espalda,
Te hunden sin razón pero igual te levantas.
Caminas corriendo al baño, lavas, enjuagas, seca, caminas.
Despiertas a tus responsabilidades, ellas no deben dormir.
Las lavas, las enjuagas, las secas, las pones a caminar.
Tomas las llaves antes de terminar la última tostada.
Abres la puerta cargando tu pasado y arrastrando tus sueños.
Sabes que quieres gritar desesperada
Sabes que quieres gritar desesperado
Pero la vida se puede perder con perder el tiempo en un grito.
Sigues caminando…
¿La rapidez del mundo nos mantiene sobrios, aturdidos o en somnolencia? Parecería que nos abruma, pero seguimos vivos. Así que nos pensamos como experimentos de las manecillas del reloj. Nos pensamos esclavos de nuestra propia esclavitud. No nos reconocemos. No nos miramos. No nos acordamos del olor de la mañana, ya que se perdió en la menta de la pasta que nos azota con prisa. No admiramos la nueva rosa que creció en la esquina del apartamento, por que el perro del vecino ladra y cerramos los ojos para no escucharlo. Si, cerramos los ojos para no escuchar. Callamos la boca para no oír. Tapamos nuestros oídos para no ver. Así queremos vivir, enajenados del mundo. Y esperando a su vez que el mundo nos sirva. Nos regale lo que no luchamos. Nos despierte cuando no nos merecemos seguir siquiera en él. Sólo sabemos quejarnos. No queremos trabajar. Igual y a mí no me gusta la palabra trabajo, prefiero decir que lucho por mis deseos de simplemente seguir viva.
Deténganse, observen, ámense por lo que tienen. Sigan vivos en el simple deseo de volver a respirar cada mañana…
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